Los
rasgos de las personas narcisistas son la grandiosidad, la exagerada
centralización en sí mismos y una notable falta de interés y empatía hacia los
demás, a pesar de la avidez con que buscan su tributo y aprobación. Sienten
gran envidia hacia aquellos que parecen poseer algo que ellos no tienen o que
simplemente disfrutan de sus vidas. No solo les falta profundidad emocional y
capacidad para comprender las complejas emociones de los demás, sino que
además, sus propios sentimientos carecen de diferenciación, encendiéndose en
rápidos destellos para dispersarse inmediatamente. En particular, son incapaces
de experimentar auténticos sentimientos de tristeza, duelo, anhelo y reacciones
depresivas. Cuando se sienten abandonados o defraudados por otras personas,
suelen exhibir una respuesta aparentemente depresiva, pero que, examinada con
más detalle, resulta ser de enojo y resentimiento cargado de deseos de venganza,
y no verdadera tristeza por la pérdida de alguien a quien apreciaban (Otto
Kernberg).
Un Narcisista está vacío por dentro, no es nadie y necesita a
otro para sentirse vivo, especialmente necesita destruir la autoestima y vida
de otro para sentirse bien, de hecho, siente placer al hacerlo. En cierto modo
es un vampiro, pues necesita "chupar" la vida de otra persona.
Su vida es insoportable si no atacan la vida de otro.
Por lo tanto, si el espejo (la persona que esta a su lado pero que para el narcicista es un objeto) se sale de su papel, el narcicista descaragará una furia destructiva y malevolente.
Los narcicistas son tremendamente megalomanos, y esperan que los demás le rindan pleitesia y envidian la vitalidad y felicidad d elos demas, que tienen que destruir.
Dentro de los criterios del DSM-V
tenemos lo siguiente:
Un patrón predominante de
grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de
admiración y una falta de empatía, que empiezan al principio de la edad adulta
y que se dan en diversos contextos como lo indican cinco (o más) de los
siguientes hechos:
1.
Tiene sentimientos de grandeza o prepotencia (p.
ej., exagera los logros y capacidades, espera ser reconocido como superior, sin
unos logros proporcionados).
2.
Está absorto en temas de fantasías de éxito
ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios.
3.
Cree que es "especial" y único y que sólo
puede ser comprendido por, o sólo puede relacionarse con otras personas (o
instituciones) que son especiales o de alto estatus.
4.
Exige una admiración excesiva.
5.
Muestras sentimiento de privilegio (es decir expectativas
irrazonables de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan
automáticamente sus expectativas)
6.
Es interpersonalmente explotador, por ejemplo, saca
provecho de los demás para alcanzar sus propias metas.
7.
Carece de empatía: es reacio a reconocer o
identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
8.
Frecuentemente envidia a los demás o cree que los
demás le envidian a él.
9.
Presenta comportamientos o actitudes arrogantes o
soberbios.
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